Cambalache
Con la expresión “márgenes legales y morales”, Mario Kreutzberger trazó una línea roja para separar lo que considera moralmente aceptable e inaceptable. Debajo de la línea quedó el trabajo sexual, junto a los cogoteos y la venta de drogas. Sobre la línea, el resto de los negocios, incluidos los del grupo Penta (socios estables en la campaña y símbolos de la corrupción empresarial en Chile) y, ahora, la cultura del narcotráfico.
Después del “plebiscito de salida”, la confusión de ideas, juicios y conceptos en nuestra conversación política ha sido enorme. Ya la campaña del Rechazo había reemplazado afirmaciones y declaraciones de la propuesta constitucional por juicios especulativos sobre las mismas. La confusión ha adoptado progresivamente un carácter moral, con expresiones aberrantes, como la declaración de Johannes Kaiser diciendo que el golpe de Estado de 1973 fue “justo y necesario”.
Se manifestó también en la inauguración de la Teletón, nuestro Te Deum laico, donde la sociedad chilena elabora sus culpas, dolores y deseos utópicos de integración social. La presencia de la llamada “música urbana” en el teatro Teletón incorporó los valores de la cultura del narcotráfico a la liturgia celebrada por Mario Kreutzberger, donde convergen la caridad popular y los grandes negocios. Es lo que Patricio Navia llamó en Twitter “el modelo que tan bien ha funcionado” en Chile. Modelo que, para alegría de Navia, será defendido en sus bases institucionales por el “acuerdo razonable” de las fuerzas políticas para elegir próximamente una “Convención con bozal y camisa de fuerza”.
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Juan Pablo Correa Salinas
Psicólogo Social
Socio SOCHIPSICO